El libro de texto. Maldición 📚
Lo confieso. Me he equivocado bastante estos meses. Prometo mejorar.
Este tweet de @mini_maestra, no me preguntéis porqué, me ha hecho reflexionar esta semana. Durante los últimos meses notaba que me estaba "radicalizando" en mi actitud sobre los libros de texto. Los iba detestando cada vez más y más (y con ello, a los y las docentes que los utilizaban).
Ya te conté en la Edición 48 que no me gustaban, primero porque era (aún más) difícil hacer una educación individualizada y contextualizada con ellos. Segundo, porque son un negocio tremendo.
Además, en las últimas semanas, no sé muy bien la razón los comencé a asociar a la memorización, docentes autoritarios y clases en las que solo se lee el libro y se hacen los ejercicios propuestos por este material. No se tiene en cuenta nada más. ¡Qué fallo! Lo sé.
Es una visión muy sesgada y, para nada, positiva, ni para mí, ni para la comunidad educativa. Eso sí, siempre he respetado, nunca me he metido con nadie por utilizar los libros de texto ni he dicho que era un mal docente.
Creo que los libros de texto pueden ser herramientas educativas que para utilizar como guía o base pueden estar muy bien. Ahora bien, hace poco hablamos de la importancia de la contextualización (y un libro para nada lo está), hablamos de DUA (y un libro para nada ofrece diversos modos de adquirir la información) y de experimentar y aprender con los cinco sentidos (y un libro tampoco lo ofrece).
¿Quién ofrece todo esto? El y la docente. Así que, a partir de hoy me doy media vuelta, dejo este sendero que me estaba llevando a un extremo y me quito mis emociones y juicios negativos hacia el libro de texto y los y las docentes que lo usan. El libro de texto, como todos, es un buen recurso si lo sabemos complementar y utilizar.
|