Guatemala
27.02.23

Guatemala: “La captura de sistema de justicia es un secreto a voces”

Juan Francisco Sandoval Díaz

En su lucha por la transparencia y la justicia en Guatemala, Juan Francisco Sandoval Díaz se ha enfrentado a numerosos ataques de políticos y empresarios corruptos. El antiguo responsable de la Fiscalía Especial contra la Impunidad decidió salir de Guatemala con cuatro órdenes de captura en su contra después de que le prohibiesen hablar con los medios.

¿Por qué decidió dedicarse a la abogacía y cómo se convirtió en fiscal?

Yo pretendía estudiar historia, ser profesor de enseñanza media, pero mi hermano mayor me aconsejó que estudiara Derecho y me inscribió en un curso preuniversitario en la Facultad de Derecho de la Universidad de San Carlos. Conforme fui estudiando, me fue gustando.

Inicialmente, mi principal motivación era ser alguien en la sociedad, ganar prestigio, tener una profesión universitaria.

Me seleccionaron para realizar mi pasantía en el Ministerio Público y así es como en el año 2003 llegué a la institución; ya estando ahí, empecé a conocer el trabajo y me gustó.

¿Cómo y cuándo se dio cuenta de la corrupción que existe en el sistema judicial de Guatemala?

La captura de sistema de justicia es un secreto a voces. En Guatemala se tiene la percepción de que el juez es corrupto, el fiscal es corrupto, el policía es corrupto.

Cuando llegué a la fiscalía, pude comprobar cómo funcionaba la corrupción del sistema judicial. Había rumores que vinculaban a algunos compañeros con el crimen organizado, por ejemplo, y se hablaba mucho de jueces que negociaban con abogados para favorecer a sus clientes con resoluciones específicas. Hubo jueces y magistrados que comenzaron a alertarnos de estos problemas, y nuestras propias investigaciones revelaron la existencia de redes de abogados y jueces mediante las que se compraban resoluciones judiciales. Todo esto nos demostró que el sistema judicial en Guatemala está diseñado para proteger a actores con poder.

¿Cómo logró continuar haciendo su trabajo?

Creo que desde el sistema judicial se pueden realizar cambios positivos para la sociedad. Sabíamos que existían jueces que tenían una predisposición para resolver en un sentido, pero nosotros presentábamos igualmente los casos.

Un ejemplo es el caso del expresidente Alfonso Portillo, en el que hubo una sentencia absolutoria por mayoría. Después descubrimos que precisamente una de las juezas que hizo parte de esa mayoría tenía vínculos con uno de los abogados. Asimismo, descubrimos que también una jueza de otro juzgado que examinó el caso estaba corrupta. Independientemente de mis convicciones personales y profesionales, yo tuve que utilizar las herramientas que me permitía la ley para tratar de subsistir en ese sistema judicial.

¿Cuáles fueron las consecuencias personales de esta labor independiente que realizó en la fiscalía?

Sufrí primero un ataque sistemático de políticos y del sector empresarial, sobre todo de la oligarquía guatemalteca, porque nuestras investigaciones pudieron establecer que, además de ser usuarios, son creadores de un sistema corrupto.

Se me impidió compartir con los medios información sobre ciertos casos, y se emitió una orden de captura en mi contra por tratar con los medios. El objetivo era intimidar a los periodistas y los medios de comunicación. La libertad de expresión en Guatemala está siendo atacada.

Los ataques por parte de la clase política llegaron hasta la propia Fiscal General, que ordenó mi destitución. Varios compañeros están detenidos o procesados y, desde que salí de Guatemala en 2021, se han emitido cuatro órdenes de captura en mi contra.

Teniendo en cuenta su experiencia y la actual situación de Guatemala, ¿qué consejo daría a los y las jóvenes que aspiran a estudiar derecho y trabajar en las instituciones públicas?

La profesión del abogado es bendita, es un camino de oportunidades de crecimiento profesional y uno puede encontrar su lugar en el ámbito público o privado, en las instituciones públicas o en el libre ejercicio de la profesión.

Pero lo más importante es la reputación, porque eso es precisamente lo que intentan socavar cuando uno lucha contra la corrupción. Podrán pensar: “¡Cómo puede hablar de reputación cuando se han emitido cuatro órdenes de captura en su contra!”. Sin embargo, no me pueden señalar por haber aceptado sobornos o por transgredir la ley. Pueden inventar causas ficticias para cuestionar mi credibilidad, pero no lo lograrán. Así que a quienes se plantean ejercer la abogacía les diría que lo más importante es luchar siempre por conservar una buena reputación.